¿Por qué decir gracias con una estatua? John Ma parte de esta simple pregunta para proponer una incisiva lectura de la historia de la "pólis postclásica" a través de las estatuas honoríficas públicas y privadas atendiendo a las relaciones entre arqueología, historia del arte y epigrafía. Hace un poco más de diez años, Ma publicó su famoso Antiochos III and the Cities of Western Asia Minor (Oxford 1999), en el cual propuso una reinterpretación de las cartas entre este rey y las póleis de Asia Menor occidental, mostrando hasta qué punto la relación que emergía de estos documentos no se reducía a un lenguaje de dominación sino, por el contrario, a una interacción que revelaba la agencia de la pólis helenística. En cierto sentido, este nuevo libro sobre las estatuas honoríficas está íntimamente ligado al anterior, pues se inserta dentro de la discusión historiográfica sobre el "declive", "decadencia" o "crisis" de la pólis a partir del siglo IV a.C., pero desde el punto de vista de las dinámicas y procesos al interior de esta y a la cultura política.
En efecto, el punto de partida de Ma es justamente el "paradigma vitalista" de la pólis helenística de Louis Robert, quien se oponía a la visión clásica de Gustave Glotz sobre la muerte de la misma en Queronea (338 a.C.). [1] Tres cuestiones claves son identificadas en el abordaje del libro: 1) El balance entre subordinación y agencia; 2) la interacción entre élite y comunidad dentro de la cultura cívica, la autopromoción de las élites y las estrategias familiares; 3) la compleja interacción entre lo público y lo privado en el espacio social políada. El abordaje de las estatuas, por lo tanto, es sólo una excusa, un estudio de caso, para proponer un "sentido holístico de la pólis postclásica, que constituye uno de los principales problemas de la historia helenística" (9).
Formalmente, el libro presenta cuatro secciones y ocho capítulos, que son complementados por pertinentes imágenes, un apéndice con útiles planos, así como también un index locorum y un índice general.
La primera sección, "estatuas e historia", se compone de dos capítulos: "1. Hacia una gramática de los honores" y "2. La política del acusativo". Ambos apuntan al estudio de las inscripciones que capturaban el sentido del monumento erigido. Como señalan Jelin y Langland, con respecto a los monumentos en América Latina, estos no se corresponden con la memoria de los agentes de la gesta representados, sino más bien con el escenario político y el marco social a partir del cual se interpreta una persona o sus acciones en el presente. [2] Ma deja en claro esto cuando señala que el objetivo de erigir una estatua "es recordar una transacción" (15) y este registro trae aparejada una "gramática" de reglas y convenciones que gobiernan este particular hábito epigráfico. Como demuestra el autor, utilizar el nominativo o el acusativo para designar al individuo objeto del honor tiene grandes consecuencias políticas. [3] En efecto, la inscripción, leída en voz alta por el observador-lector vuelve a poner en acto la proclamación honorífica, lo que da una voz como sujeto a la pólis frente al éthos aristocrático de las tradicionales "estatuas hablantes". Las estatuas son, por lo tanto, una representación de la "relación" entre la pólis y quienes reciben el honor, en la cual la pólis es el sujeto que despliega su agencia mostrando la primacía de la "comunidad". El sentido de la estatua, a primera vista individual y "elitista", se convierte así en comunitario al reducir las acciones "evergéticas" [4] de los grandes hombres a criterios de virtud cívica.
La segunda sección "Estatuas y lugares" consta de dos capítulos: "3. Estatuas en sus espacios" y "4. Estatuas en sus lugares". Se aborda una "gramática del espacio" (67), que asocia las teorías del lugar y la ecología competitiva para indagar sobre la naturaleza de un epiphanéstatos tópos como don de la ciudad para ocupar el espacio público, obtener honor y ganar memoria. Sin embargo, no solo se trata de una historia del control cívico del espacio público, sino también de agencia de parte de las élites para competir dentro de las narrativas controladas impuestas por la pólis. La aproximación "ecológica" a esta competencia por el espacio público permite reconstruir "una historia en la cual nuestras concepciones de lo cívico son más ricas que la simple reafirmación de la fuerza y el éxito de la ideología comunitaria" (113). Esta sección es de ese modo central para entender el balance propuesto entre los paradigmas comunitario y elitista del poder en las póleis helenísticas, en el camino de establecer un balance en términos de "dinamismo cívico" entre la ciudad elitista que privilegian los estudios arqueológicos y la moderadamente democrática que presentan los epigrafistas (297). En ese sentido, puede observarse a partir del análisis propuesto las estrategias de control de la pólis, por ejemplo la serialización de estatuas para quitarles visibilidad. Al mismo tiempo, se reconocen las estrategias de prominencia por parte de las familias de la élite que, dentro de dichas "series", hacen uso de recursos para volver sus estatuas más visibles. Por lo tanto, la interacción y la competencia ocurren, y producen, el espacio público y le dan dinamismo.
La tercera sección se titula "Estatuas y familias" y consta de dos capítulos: "5. La forma de los monumentos privados" y "6. Espacios públicos, estatuas privadas". Esta sección muestra la importancia de las estatuas honoríficas erigidas de forma privada en el espacio público. Luego de caracterizar estrictamente qué debe considerarse una estatua honorífica privada, Ma llama la atención acerca del papel de las familias de la élite en el espacio público de la pólis postclásica. ¿Debe esta práctica ser leída exclusivamente en términos de una "reafirmación de la identidad de élite y dominio" (194)? El autor argumenta que el fenómeno de la multiplicación de este tipo de monumentos a partir de la segunda mitad del siglo III a.C. puede leerse tanto desde un punto de vista "elitista" como desde uno "comunitarista". De hecho, existen narrativas familiares y cívicas en estos monumentos, por lo que cualquier diferenciación excesiva entre "elitismo" y "comunitarismo" resultaría arbitraria.
La cuarta y última sección, "Estatuas como imágenes" se compone también de dos capítulos: "7. Hacer un retrato honorífico" y "8. Mirar a un retrato honorífico". En el primero de los mismos se abordan los procesos políticos (encargo, control y financiamiento de la estatua) y, en segundo lugar, se imaginan los procesos artísticos que llevaban a la producción de la estatua. En el último capítulo se estudian diecisiete casos de retratos honoríficos, entre los cuales se ofrece una muy interesante interpretación de las estelas e inscripciones del Peloponeso en honor del historiador y político Polibio de Megalópolis. Su autofiguración es presentada en términos de una confluencia entre las tradiciones políticas aqueas y elementos nuevos que tienen que ver con las relaciones con Roma, particularmente en el caso de la famosa estela de Clítor de Arcadia. El estudio es sumamente estimulante, aunque se echa en falta la lectura de algunos estudios que apuntan a la cuestión de la asociación entre Polibio y Filopemen y que podrían haber permitido una lectura más profunda. [5]
Como conclusión, puede señalarse que las breves palabras que componen esta recensión no hacen para nada justicia a un trabajo tan erudito e interpretativo como el de Ma. El lector tiene ante sí una obra central para comprender la dinámica de los procesos político-culturales al interior de la pólis postclásica, momento en el que la comunidad y las élites se relacionaron e interactuaron en torno al proceso de la erección de las estatuas honoríficas. Statues and Cities explora y explica los pormenores de esta relación dialéctica que muestra la complejidad y vitalidad de la vida cívica helenística y, al mismo tiempo, provee una interpretación del retrato griego dentro del marco de una perspectiva antropológica del arte griego. Especialistas de historia antigua, epigrafía, historia del arte y arqueología hallarán útil este nuevo aporte, pero también el público más amplio puesto que en la obra se combinan un profundo conocimiento y experticia con una narrativa clara y didáctica. Se trata, por lo tanto, de una obra que creemos se convertirá en una referencia obligada para comprender el mundo helenístico.
Notas:
[1] Gustave Glotz: La ciudad griega, México 1957 (1928), 326.
[2] Elizabeth Jelin / Victoria Langland: "Introducción: Las marcas territoriales como nexo entre pasado y presente" (1-18), en: E. Jelin / V. Langland (comps.): Monumentos, memoriales y marcas territoriales, Madrid 2003, 9.
[3] Ver también el texto de John Ma: "Honorific Statues and Hellenistic History" (230-251), en: Christopher Smith / Liv Yarrow (eds.): Imperialism, Cultural Politics, and Polybius, Oxford 2012.
[4] Evergetismo acuñado por Paul Veyne: Le pain et le cirque. Sociologie historique d'un pluralisme politique, Paris 2011 (1976).
[5] Por ejemplo: Hans Lauter: "'Polybios hat es geweiht...'. Stiftungsinschriften des Polybios und des Philopoimen aus dem neuen Zeus-Heiligtum zu Megalopolis (Griechenland)" (375-386), en: AW 33 (2002), Nr. 4.
John Ma: Statues and Cities. Honorific Portraits and Civic Identity in the Hellenistic World (= Oxford Studies in Ancient Culture and Representation), Oxford: Oxford University Press 2013, XXV + 378 S., 56 s/w-Abb., ISBN 978-0-19-966891-5, GBP 90,00
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